A diferencia del arquetipo de Charlie Harper que trabajé en la entrega pasada, Alan (interpretado por Jon Cryer) es un completo perdedor. Además de que sus aventuras rodean el fracaso una y otra vez, el resto de su vida esta lleno igualmente de toda una serie de infortunios y frustraciones.
Apariencia
Empecemos por el más evidente de los errores de este arquetipo. Aunque Charlie no se destaca precisamente por su buen vestir (exceptuando las citas en los restaurantes en las que cuida su imagen), Alan ya cruza la línea de lo convencional y aburrido. Su lenguaje corporal encorvado y con expresiones faciales casi siempre de amargura tampoco le ayudan mucho.
Sin necesidad de conocerlo puedes concluir a simple vista de que se trata un padre de familia común y corriente, incapaz de ofrecerle a una mujer una experiencia inolvidable. Ese es el poder que tiene el vestuario y el lenguaje corporal de un hombre.
Dependencia Afectiva
Alan Harper es la clase de hombre que prefiere una relación estable, y de hecho insiste en tratar de compartir su enfoque con Charlie, pero es evidente que le cuesta mucho trabajo asumir las rupturas con las mujeres que sale.
El fallido matrimonio con Judith le dejó toda clase de inseguridades sexuales y baja autoestima, de modo que Alan se hunde más y más en un estado depresivo (y deprimente) cada vez que una mujer lo abandona. Este es un círculo vicioso en el que pasa por el optimismo al salir con una chica y retorna nuevamente al hombre inseguro cuando lo dejan.
La gran mayoría de mujeres que liga Alan tienen un claro desequilibrio mental o simplemente están buscando un colchón emocional para olvidar a otro hombre.
Autosabotaje
Uno de los rasgos particulares de Alan es que cuando habla de sí mismo es tremendamente torpe y saca a relucir toda clase de defectos e historias que le arruinan la imagen. Irónicamente es él mismo quien hace esas referencias, y aunque es entendible que es parte del factor comedia propio de la serie, en la realidad hay muchos hombres a los que les cuesta trabajo proyectar valor cuando hablan de su propia vida.
Burlarte de ti mismo es una forma de comunicar que tienes las suficiente seguridad y autoestima como reírte de tus propios defectos, pero hazlo con inteligencia y en pequeñas dosis. Excederse en este punto le da a entender a los demás que eres la clase de persona que necesita que otra le reafirme lo contrario, como cuando alguien se autoproclama tonto o perdedor para que los otros le digan que es inteligente y atractivo.
El lado femenino
Cierro este post con una característica inconfundible de Alan, y es su facilidad para conectarse con el lado sensible de las mujeres. Su doble ejercicio de padre y madre, además del apego a las mujeres que forman parte de su vida, lo han llevado a ciertas conductas afeminadas y el conocimiento de cosas propias de mujeres como ropa, maquillaje, labores domésticas, joyas, etc.
Un hombre puede por ejemplo saber cocinar y hacer el aseo de su casa como un ejercicio propio de su independencia, pero reforzar esa imagen a través de una personalidad sumisa lo expone como un hombre débil y falto de carácter.
Just Livin Man!